Acrópolis de Delfos. Santuario dedicado a Apolo donde se encontraba el famoso Oráculo de Delfos |
La palabra oráculo posee varios sentidos en la antigua Grecia. El primero y más frecuente es el de asociar el término a la respuesta que ofrecía la divinidad ante una consulta formulada. Esta respuesta era dada por boca de un sacerdote, de la pitonisa o de la sibila. El término oráculo, no obstante, también designaba a los santuarios adonde se concurría a realizar las consultas. Así, por ejemplo, en Grecia fueron famosos los oráculos de Zeus en Dodona, en Elis, la gruta de Pisa y en Creta; los de Apolo en Delfos y en Delos; el de Esculapio en Epidauro; el de Baco en Anficlea, entre otros.
Cabe señalar, que la aceptación del oráculo era visto como una prueba de sumisión a los designios divinos. Una vez conocido el dictamen, el hombre debía actuar en función de lo dicho. Generalmente, los oráculos tendían a apaciguar a los hombres y evitar las violencias. Eran pedidos en épocas de paz, pero sobre todo en épocas de guerra así como para embarcarse en grandes empresas. Los romanos posteriormente asimilaron esta costumbre y también ofrecieron oráculos a través de la sibila.
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