Talos de la película Jason y los Argonautas (1963) de Don Chaffey |
"El rey Minos no quería forasteros en su isla. Tampoco veía de buen grado las recientes emigraciones de sus súbditos. En vano recomendaba a sus guardias que redoblasen la vigilancia.
Los extraños seguían entrando en Creta. Y los cretenses partiendo.
Era preciso encontrar
un portero incansable, invencible, casi un dios. Tal vez, el habilidoso
Hefesto, dios de los herreros y de los metales, consiguiese crear en su
fundición el guardián que Minos quería.
El herrero se dispuso
prontamente a cumplir el pedido del rey. Le gustaba inventar artificios. Apenas
Minos se alejó, Hefesto se puso a la tarea.
La obra consumía días
y noches de esfuerzo y dedicación. No podía tener defecto alguno: debía ser un
guardián invencible.
Al cabo de largo
tiempo, Hefesto llamó al rey para entregarle el fruto de su esfuerzo: un enorme
gigante de bronce. Su nombre era Talos. Este podía arrojar grandes cantidades de piedras a largas
distancias. Si las piedras no bastaban, el gigante podía encender su cuerpo
metálico hasta tornarlo incandescente. Entonces se lanzaba sobre el transgresor
de las órdenes reales con todo su peso y el calor insoportable de su bronce.
Existía, no obstante,
un problema que el gran ingenio había podido solucionar: quedaba en la pierna
del gigante una venita que si fuera alcanzada provocaría la muerte del guardián.
No obstante, no sería fácil herir en este punto vulnerable, que estaba defendido
por un mecanismo de protección cerrado con llave.
Satisfecho con la obra
del dios, Minos regresó a Creta, llevándose consigo al gigante de bronce.
Apenas llegó mandó apostarlo junto a las murallas y licenció a los vigilantes
humanos.
Nadie osaba enfrentar
la fuerza invencible de Talos. Ni
intrusos ni fugitivos se aventuraban a trasponer los límites de Creta. La paz
reinaba en la isla. Y el rey Minos cuidaba del gobierno con gran tranquilidad.
Hasta que un día llegó
a Creta una mujer: Medea, la hechicera. Con sus mañas y encantos descubrió
donde la vena fatal, abrió el mecanismo que la protegía y la desgarró. Así
acabó con la seguridad de las murallas y puso término a la vida del gigante
Talos, hijo u obra de Hefesto." (Versión de la Enciclopedia de Mitología Salvat)
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